La muerte de un traductor de la Biblia El Señor –los amigos de Chester Bitterman se dieron cuenta después de su muerte– lo había estado preparando desde un principio para este trance. Dos días antes de su secuestro, ¿no había mencionado que tal vez fuera necesario que alguien muriese para llevar la palabra de Dios a los indígenas de Colombia? «Sé que esa era la misión que Dios le había reservado a Chet» –declaró su viuda. «¡Era un elegido!» {1} . Bitterman había sido elegido para ser mártir. Cuando los secuestradores le dispararon al corazón el 7 de marzo de 1981, le concedieron un honor que antes sólo había estado reservado a los misioneros católicos, a quienes los gobiernos habían eliminado por protestar contra el terrorismo de Estado. Los protestantes evangélicos norteamericanos raras veces han cometido ese delito: además de aconsejar a los conversos que eviten la política, muchos sienten la necesidad de revelarles la unidad mística existente entre los movimientos de protesta ...